Convivir quiere decir sentir y saber que nuestra vida, aun en su trayectoria personal, está abierta a la de los demás, no importa sean nuestros próximos o no; quiere decir saber vivir en un medio donde cada acontecer tiene su repercusión, no por inteligible menos cierta; quiere decir saber que la vida es ella también en todos sus estratos sistema. Que formamos parte de un sistema llamado género humano, por lo pronto.
Persona y democracia
La historia sacrificial
María Zambrano
Tuvieron que romperse los cielos, resquebrajarse los sonidos, enloquecer los océanos, lloverse las cordilleras, derrumbarse los olivos, caer en picado las aortas y los capilares de todos de los animales salvajes para que amaneciera aquella mañana un lugar posible bajo el sol y el ser humano comprendiera que también dolor es amor.
Domesticada ya la rabia, sacudido el polvo del odio y enterrado el afán conquistador, un vagabundo de jersey raído por el tiempo se apareció en el pueblo de Mara.
- ¿Dónde está la niña? - preguntó en la ermita y el agua frenó su devenir y se produjo un silencio aterrador que duró tres días y veinticuatro noches enteras hasta que una anciana salió de su choza y contestó:
- ¿Qué niña?
El vagabundo la miró como se mira a la esperanza en el último instante en que se abandona la vida y suspiró.
- La niña, la niña de la que todos hablan.
La anciana echó una carcajada que hizo retroceder al vagabundo.
- Aquí está, ¿es que no la ves?
El vagabundo no podía verla pero se daba cuenta de que estaba allí, frente a él.
De pronto, el hombre rompió a llorar quebrándose y la anciana empezó a bailar. El llanto le duró cuatro días y treinta noches. Cegó su voluntad y doblegó su orgullo. Al despertar del quinto día, el vagabundo volvió a la ermita.
- ¿Dónde está la anciana? - preguntó sonriente y una niña de pelo crespo negro salió de su choza y contestó:
- ¿Qué es anciana?
Paula Mocinho Novoa
(*) Foto Mireia Plans